20/10/09

Cabeza de Turco

Sobre el autor
Günter Wallraff nació en octubre de 1942 en Colonia, Alemania. En un principio fue vendedor de libros. Sus inicios como escritor –concretamente, de poesía lírica– se remontan a los años 1950. En 1963, cuando el ejército de la Alemania Federal lo llamó a filas, solicitó ser considerado objetor de conciencia; petición que le fue denegada (incluyendo un informe médico que lo tachaba de personalidad anormal).

Entonces, Wallraff comenzó a escribir un diario personal, el ‘Diario de las Fuerzas Armadas de la Alemania Federal’, que significó una experiencia clave y un punto de partida para su posterior trabajo. Supuso la toma de conciencia de la realidad de la República Federal Alemana, desde dentro y desde abajo. Fue alentado en esta tarea por personalidades tan importantes como el Nobel Heinrich Böll, tío de su primera mujer.

Desde 1963 hasta 1965 trabaja en diferentes empresas de gran escala de la Alemania occidental. Publica reportajes sobre ello en el periódico sindical ‘Metal”; que, posteriormente, convierte en un libro en 1966. A partir de esta fecha, colabora en diferentes publicaciones. En 1968 su trabajo comienza a ser reconocido con premios. Desarrolla programas de televisión e inicia su labor más reconocida, con métodos transgresores –no exentos de escándalo por ser poco ortodoxos y nada convencionales– en un país donde los medios no lo mostraban todo, que le llevaron a ser conocido como el periodista indeseable.

Se involucra en innumerables acciones concernientes a derechos humanos, mostrando, como escribirá Juan Goytisolo, los límites de la abyección humana. Desde ser arrestado y encarcelado en la Grecia de los generales, hasta convertirse en el otro para vivir situaciones de injusticia en carne propia. Su postura ante las malas acciones en defensa de los débiles hizo que se ganara otro apodo: el Robin Hood de los periodistas alemanes.

Todo ello le granjeó la animadversión de gran parte del mundo empresarial y de medio mundo periodístico alemán, destacando de este último el tan poderoso, a la par que controvertido, diario sensacionalista Bild Zeitung. Wallraff se hizo pasar por reportero para destapar las interioridades de este diario, el de más tirada en Europa. No resulta extraño que Wallraff haya vivido oculto, amenazado y hasta con protección oficial.

Por otra parte, este contra-periodista dedicó gran parte de los ingresos millonarios por la venta de sus libros a la creación de fundaciones para la defensa de grupos marginados. Otra buena parte se la llevaron los costes de sus innumerables procesos judiciales.

Sin embargo, esta aureola de periodista filántropo, sin tacha alguna, se vino abajo recientemente tras el descubrimiento de sus conexiones y posible colaboración con la policía política, la temida Stasi, de la desaparecida República Democrática Alemana, según El País (21 de septiembre de 2003). Este diario informaba, bajo el contundente titular ‘El honor perdido de Günter Wallraff', del debate abierto en Alemania sobre esta cuestión, cuyo fondo es la reflexión sobre las actitudes y posiciones de la izquierda alemana del Oeste ante la dictadura prusiano-estalinista del otro lado del muro de Berlín y las alambradas.

Wallraff, como muchos otros periodistas occidentales, no dudó en cruzar el muro para indagar en los apetitosos archivos con que la Stasi los tentaba. Pero la Stasi no lo hacía de forma gratuita. Detrás de estas informaciones se encontraba la intención propagandística y desinformadora del régimen comunista. Los periodistas tal vez lo ignoraran. O bien, ante la exclusiva, se desentendieran de ello.

La Stasi elaboró fichas que ahora inculpan al reportero como colaborador informal de la RDA. Consecuentemente, la prensa de Springer, grupo al que pertenece Bild Zeitung, ha aprovechado las horas bajas del periodista. Le acusan de traídor y espía al servicio de la dictadura que levantó el muro de Berlín. Otros simplemente lo califican de tonto útil para la propaganda anticapitalista y contra la RFA.

Wallraff niega que fuera colaborador de la Stasi. Pero ha reconocido que actuó de forma ingenua al contactar con informadores que eran agentes de los servicios secretos. Asimismo, admite que gran parte de la izquierda hizo la vista gorda con lo que ocurría en la RDA para no ser considerados reaccionarios.

No obstante, Wallraff, al igual que sucediera con Capote, Wolfe o H. S. Thompson, marcó su impronta en muchos periodistas. Entre ellos, aunque sin alcanzar su profundidad y entrega, se encuentran exponentes españoles. Tal fue el caso de Maruja Torres a principios de la década de 1980, cuando se hizo pasar por gitana. Su trabajó resultó banal, poco convincente y con más miras a la galería que al compromiso. Otro ejemplo, más reciente, ha sido el de Empar Moliner –aún más impostado y desvaído que el de Torres– haciéndose pasar por inmigrante.


Breve resumen
El autor se aparta de su vida cómoda para transformase durante dos años en Alí, un trabajador turco en la Alemania occidental (RFA) de principios de la década de 1980. Se empleará, no siempre con un contrato del todo legal, en varios de los peores trabajos que se le pueden ofrecer, mal pagados y donde se exige poco menos que la vida.

Metido de pleno en su papel, tratará de efectuar algunas gestiones como ciudadano (convertirse a la fe cristiana, frecuentar bares, o incluso solucionar todo lo referido a su supuesta y cercana muerte, episodio éste que, si no fuera por su trasfondo trágico, parecería propio de una obra de Dario Fo).

De esta manera, descubre no sólo la actitud de sus compatriotas hacia la ciudadanía extranjera; sino que pone en solfa la precariedad laboral, la disminución de derechos o la degradación en las relaciones interpersonales… Traza un ambiente cuyas resonancias retrotraen a épocas remotas y que parecían ya superadas a finales del siglo XX en las sociedades más avanzadas.

[Continúa...]

Escrito en enero/febrero de 2004.

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