3/10/09

El séptimo arte pasa por quirófano

CÓMICS, MUSICALES, SERIES DE TV… TODO ES VÁLIDO PARA LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA

‘Spiderman’, ‘Los Ángeles de Charlie’, ‘El planeta de los simios’ o ‘Buscando a Nemo’ son títulos reconocibles para cualquier aficionado al cine. Sin una relación evidente entre ellas, exceptuando que están realizadas en los últimos cinco años, algo más allá de su contemporaneidad las hermana: pueden ser la prueba de que la sempiterna crisis del cine, no sólo del español, es una realidad. O no.




Los seguidores (y seguidoras) del actor británico Jude Law se frotan las manos. O, mejor dicho, los ojos: hasta fechas recientes aparecía nada más y nada menos que en cuatro películas de la cartelera cinematográfica. La última, 'Closer', aquí subtitulada 'Cegados por el deseo', es una adaptación de la exitosa obra teatral londinense del mismo nombre. Eso no es todo. A lo largo de 2005 podrán verlo, al menos, en otros seis trabajos. 'Alfie', remake de la película que en los años 60 protagonizó Michael Caine; 'Tulip Fever', 'Dexterity' y 'All the King´s men', basadas en novelas; y 'Brideshead revisited', nueva adaptación de la novela de Evelyn Waugh que conociera el éxito en los años 80 como serie televisiva ('Retorno a Brideshead').

Hay un hilo conductor en todas esas películas, incluyendo ‘Sky captain y el mundo del mañana’, film retrofuturista protagonizado también por Jude Law y estrenado las pasadas navidades. Una vez más, se pone en entredicho la supuesta carencia de ideas, el presunto raquitismo de los guiones en la industria cinematográfica, habitualmente personalizada en la potencia norteamericana –léase Hollywood–. Pero, ¿es esto cierto? ¿Está el sector cinematográfico en crisis, o se trata de una mera crítica de quienes obvian, por incapacidad o animadversión, nuevos hallazgos?

Podría hablarse de ciertos "síntomas”, como la búsqueda de ideas fuera del ámbito cinematográfico o desde dentro, echando la vista atrás y recuperando ideas ya plasmadas, para discernir qué hace que las películas anteriormente mencionadas sirvan como ejemplo de la hipotética aridez de estudios y productoras.


De la tinta al celuloide
La mítica factoría Marvel, cuna de personajes clásicos del cómic, ha visto ampliarse su negocio mediante la proliferación en las pantallas de sus personajes –nacidos en las tantas veces desprestigiadas páginas de los cómics–:‘Hulk’, ‘Daredevil’, ‘X-Men’ o ‘Elektra’ componen un plantel al que se le unirá en breve otra remesa de superhéroes y sus correspondientes villanos: Los 4 Fantásticos, Ant-Man o Ghost Rider, entre otros. A ello se le suma en algunos casos la revisitación del personaje y secuelas derivadas. Entre los nuevos proyectos se habla de una nueva versión de ‘Superman’ para 2006, que protagonizará el prácticamente desconocido Brandon Routh, quien tendrá que soportar la comparación con el entrañable y recientemente fallecido Christopher Reeve.

Pero no todo han sido superhéroes. ‘Camino a Perdición’, última aparición cinematográfica de Paul Newman, en el papel de capo de la mafia irlandesa, se basó en un cómic –o novela gráfica– de Max Allan Collins y Richard Piers Rayner; película en la que, por cierto, Jude Law tenía también un papel relevante. ‘Dick Tracy’ o ‘From Hell’, éste último sobre Jack El Destripador, son otros ejemplos. Asimismo, Frank Miller, dibujante estadounidense de prestigio, tendrá en breve dos de sus obras en la gran pantalla: ‘Sin City’, en manos de Robert Rodríguez; y ‘300’, sobre la batalla de las Termópilas.

Asimismo, nuestros vecinos franceses, pusieron rostro humano al máximo icono de su cómic patrio: en ‘Astérix y Cleopatra’ narraron las aventuras del valeroso galo y su aldea, resistentes a la invasión romana. Tampoco faltó en la cinta otro de sus iconos, esta vez del cine, Gérard Depardieu, dando cuerpo, y nunca mejor dicho, a Obélix, el inseparable compañero de fatigas de Astérix. Y, cómo no, cayeron también en la secuela (’Astérix y Obélix contra César’).


Recientemente se ha estrenado ‘Constantine’, basada en el cómic británico Hellblazer, con Keanu Reeves en el papel de un detective cazademonios. En la película se ha cambiado el escenario original, Londres, por Los Ángeles. Del mismo autor de Hellblazer, el dibujante británico Alan Moore, se prepara otra de sus famosas obras, ‘The Watchmen’. Esta vez sí que se rodará en Inglaterra.


Por otro lado, de sobra conocida es la influencia de la literatura en el cine, y viceversa. Se ha pasado de adaptar clásicos a rodar best sellers escritos, en muchos casos, con un estilo sospechosamente cinematográfico. Este es el caso del éxito editorial de la temporada, ‘El código Da Vinci’, cuyo protagonista será el oscarizado Tom Hanks.
No obstante, muchas películas han convertido libros apenas conocidos en números uno de ventas. Tal fue el caso de ‘Los puentes de Madison County’, de Robert James Waller, dirigida y protagonizada por Clint Eastwood; o de ‘El paciente inglés’, basada en el libro de Michael Ondaatje.

¿Hay vida más allá de los efectos especiales?
Una de las cuestiones en la que más se apoyan los detractores del cine estadounidense es la grandiosidad y espectacularidad de gran parte de las películas, que ocultarían un armazón huero e insustancial. Estos aspectos, en principio secundarios para el argumento, se erigen en ocasiones como único propósito y aliciente del film. La cosa puede empeorar si, además, van asociados a dosis de violencia gratuita.

Tal fastuosidad la consiguen, principalmente, a través de dos vías. En primer lugar se puede señalar el derroche tecnológico, efectos especiales y demás parafernalia (películas como ‘Independence Day’, ‘Titanic’ o ‘Las crónicas de Riddick’). Y en segundo lugar, recurriendo a grabaciones multitudinarias en exteriores, en un verdadero renacimiento de los peplums típicos de las décadas de los años 1950-60 (así, ‘Gladiator’, ‘Troya’, o la más reciente ‘Alejandro Magno’).


Este tipo de películas sólo están al alcance de las grandes superproductoras pues, aunque confían en la recaudación posterior, suponen un riesgo altísimo y requieren de unas capacidades técnicas muy exigentes.


Secuelas y precuelas

En este artículo se ha mencionado ya la tendencia a proseguir las aventuras de los personajes del cómic, especialmente de los superhéroes, con segundas, terceras y hasta cuartas partes. No son pocos quienes ven estas segundas partes, por no mencionar las sucesivas, como una manera oportunista de exprimir un éxito. Y no sólo las de superhéroes. Ni siquiera se circunscriben al séptimo arte. Para muchos aficionados, las continuaciones son, salvo contadas excepciones, innecesarias, ya que no aportan nada o rompen la magia de la primera y genuina.

Sin embargo, contrariamente a lo expuesto en el párrafo anterior, y haciendo caso omiso al dicho de que nunca segundas partes fueron buenas, multitud de seguidores acuden puntuales (en ocasiones, días y semanas antes) a los estrenos de las secuelas. 'El señor de los anillos', 'Matrix' o la renovada saga de 'La guerra de las galaxias', cuya serie de tres episodios (este año finaliza con el tercero) es en realidad la precuela, es decir: los antecedentes de aquellas tres primeras aventuras que llegaron a los cines entre 1977 y 1983. Incluso otro héroe de trilogía, 'Indiana Jones', puede aparecer en una cuarta entrega con un Harrison Ford más que maduro para el aventurero arqueólogo, pero seguramente capaz aún de reunir a una buena cantidad de fans.


Asimismo, se han dado casos en los que las secuelas se han sucedido unas a otras hasta perder la cuenta: 'Star Trek', 'Viernes 13' (cuyas últimas entregas iban directas a los videoclubs) o la clásica serie dedicada al agente 007, renovada década tras década con algún nuevo galán.
También ha habido sagas, no tan extensas como las anteriores, con capítulos de irregular factura: 'Alien' y 'Batman' serían buenos ejemplos de ello.

Protagonistas casi humanos
"Esta chica no es real" indicaba en su portada el número 13 de Ciberp@ais mensual. Bajo el titular, una joven y atractiva morena miraba desafiante al espectador. Se trataba de la protagonista de 'Final Fantasy', un videojuego llevado a la pantalla. Pero esta vez no era ninguna Angelina Jolie ('Lara Croft') potencialmente palpable, sino una creación informática de apariencia verdaderamente humana.

Muchos actores miran de reojo estas creaciones. Aún no se ven amenazados, incluso les prestan sus voces. Y hasta su aspecto, como Tom Hanks en 'Polar Express'. Pero el impresionante avance en la modelación de texturas y el verismo en detalles, tales como el movimiento o la gestualidad, inducen a cuestionarse si algún día los mitos estarán compuestos de pixels en lugar de carne y hueso. De hecho, en alguna oportunidad se ha echado mano de estas técnicas para recrear por completo a un actor. Fue la solución cuando Brandon Lee falleció en turbias circunstancias antes de finalizar el rodaje de 'El Cuervo'.


El uso de estos efectos se ha incrementado gracias a estudios como Pixar o la Industrial Light and Magic de George Lucas. Sus logros dejan boquiabiertos a los espectadores temporada tras temporada. Desde las que van dirigidas aparentemente a un público infantil: 'Toy Story', 'Monstruos, S.A.' o la más actual 'Los Increíbles'. Hasta las que se valen de estas técnicas para conseguir lo inimaginable hace tan sólo una década: 'Inteligencia Artificial', 'Yo, robot', las consabidas trilogías de 'Matrix', 'El Señor de los Anillos' y las nuevas entregas de la 'Guerra de las Galaxias'. Un ejemplo reciente es 'Sky captain y el mundo del mañana' en la cual todo está generado por ordenador, salvo los protagonistas.


¿HOMENAJE, CONTEXTUALIZACIÓN O PLAGIO?

La conclusión no es única e incuestionable. Parafraseando el refrán, lo que no mata al cine lo engorda. Y, como se ha visto, sus nutrientes son múltiples. Algunos de ellos parecían serias amenazas, dispuestos a destronar al séptimo arte de su púlpito de honor en la cultura de masas. Y, sin embargo, ahí está. Resiste y se reinventa a sí mismo una y otra vez.

El próximo lunes 27 se celebra la gala de los Oscar. De sobras conocida, la expectación que despierta sigue siendo muy elevada. Es inevitable pensar que cualquier tipo de evento similar, como los Goya españoles, los Bafta británicos, los David italianos o los Cesar franceses, son un remedo menor del original useño. No hay más que leer las participaciones en el foro de debate que la revista Fotogramas tiene abierto en internet, donde los internautas aficionados al cine dan su visión personal, por lo general bastante crítica e incluso amarga, al planteamiento de "¿Por qué los Premios de Cine Europeo no tienen tanta repercusión como los Oscar?".


Hace ya treinta años, el quinteto británico Supertramp se preguntaba: ¿Crisis? ¿Qué crisis? La principal preocupación versa ahora en torno a qué película ver y en qué multisala.


Y EL CINE ESPAÑOL QUÉ, ¿OTRA VEZ GANADOR DE UN OSCAR?



[Redactado a principios de 2005].

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