30/9/09

Ni puerto ni llano

Excepto en la Guerra de las Galaxias y en los Parlamentos, apenas nada se sale de lo normal. De ahí que la noticia de un joven pianista amnésico sacuda e interese sobremanera a las multitudes.

Pero, ¿qué hace tan extraordinario a un tipo que no sabe quién es? Conozco decenas que pagarían por olvidarse de ser quienes son. O mejor: de ser olvidados, que así se evitarían papeleos. ¿Porque es un genio del dibujo? Mi sobrino de doce años traza mejores croquis en IKEA. Este pobre diablo no pasaría ni el ingreso como caricaturista en la Plaza Mayor. Además, por ahora, su única obra conocida es un piano de cola.
Aseguran que es un virtuoso con tal instrumento. ¿Lo ha escuchado alguien? Es decir, ¿alguien que sepa discernir a un virtuoso de un aficionado al Casiotone? No obstante, ¿qué tiene de raro? Cualquiera que busque trabajo ha de dominar, entre otras cosas, cuatro idiomas y poseer un master en Economía Aplicada al Subdesarrollo Asiático o similar. Y saber tocar el piano. O, en su defecto, el oboe.

Este muchacho tiene un verdadero problema. Si finalmente padece amnesia, o resulta ser autista, lleva camino de convertirse en el nuevo Rainman (no Hoffman, sino el original, que anda impartiendo conferencias por centros educativos). Y si se destapa como actor… ¿le arrebatará el puesto a Tom Hanks en Forrest Gamp 2? Lo más probable es que acabara en algún tugurio tocando continuamente Para Elisa –o la última de Eurovisión– con la mirada perdida.
Escalofriante.

Se me ocurre un final descacharrante para esta historia: una amnesia colectiva permite a este fulano, cual tuerto en reino de ciegos, dirigir el cotarro. En fin, en previsión de lo que pueda suceder, si es que algo sucede, marcho hacia Puertollano, que ni es puerto ni es llano.



Info adicional

[Columna redactada en mayo de 2005]

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