28/9/09

El violín desafinado

Segunda novela del malogrado escritor estadounidense Tristan Egolf, quien con un ritmo y un lenguaje trepidantes –con múltiples referencias a la cultura de masas– seguía la estela de otros autores norteamericanos como William Kennedy ('Tallo de hierro') y John Kennedy Toole ('La conjura de los necios').


Pocos días atrás [ver nota al final] apareció la necrológica de un joven escritor norteamericano nacido en España, Tristan Egolf. Camino de los 34 años sucumbió a una larga depresión. Había tenido buenas críticas, aunque las comparaciones con Faulkner no parecen las más acertadas. Aún tenía que madurar hasta encontrar un estilo más personal y con proyección de clásico, que es a lo que aspira toda joven promesa. Por el momento, era un alumno aventajado de la generación de Palahniuk y compañía; con un estilo narrativo de “pantallazos” cuyos diálogos parecen sacados de Tarantino o Kevin Smith.

Su novela anterior, El amo del corrar, lo emparejó con uno de los escritores más infortunados de la literatura mundial, John Kennedy Toole. Al igual que Toole, Egolf paseó su manuscrito por editoriales. Tuvo mejor fortuna que aquel, si bien se la aceptaron tras más de setenta intentos. Toole se suicidó a los 32 años sin ver su obra editada y sin imaginar que sería un modelo a imitar. Egolf no se podría equiparar al desbordante creador de Ignatius J. Reilly. Son otros tiempos y otra forma de narrar, pero la comparativa no sería justa.

El antihéroe como ideal
La chica y el violín es una nueva reencarnación del Quijote algo trastocada. Presenta a Charlie Evans, un caballero (sub)urbano que trata de sortear la realidad esperpéntica como si de un videojuego se tratara. El protagonista, un virtuoso violinista de rasgos exóticos (hijo de un militar negro y una prostituta camboyana), aunque desnortado, se encuentra más apegado a la realidad de lo que estaba el hidalgo manchego. Por el contrario, Tinsel Greetz, el personaje que encajaría con el del escudero, un tipo arrabalero y repulsivo, es bastante más quimérico. El personaje de la dama, la encantandora Dulcinea-Louise, surge como algo incorpóreo, casi irreal, para ganar paulativamente presencia y mostrarse como una figura nítida entre ambos.

El descenso a los infiernos de Evans comienza con su despido de la Filarmónica y se completa con un muestrario de personajes, situaciones y escenarios que abarcan desde lo absurdo hasta lo delirante. Tanto él como Greetz componen prototipos de perdedores, o de seres abocados al nihilismo. Ambos confían en un horizonte que los alejará de consumirse en ellos mismos. Pero cada uno lo aborda de una manera distinta. El violinista comienza a vislumbrarlo en las delicadas formas de Louise Gascoygne. Tinsel no hace más que tropezar con molinos de viento.

Si bien estos son los personajes que articulan la breve novela, una lectura más profunda desenmascara lo que pudiera funcionar como una novela coral. Los personajes secundarios y los colectivos poseen más credibilidad que los principales: incorporan la soltura, la sencillez y la veracidad de lo espontáneo. Si se les suman los escenarios y ambientes donde se desarrollan las acciones se conforma un homenaje a las periferias de las grandes urbes occidentales, donde se mezclan cartones y partituras.

Un buen guión
Egolf se basa en la narrativa visual, como buena parte de los escritores de las últimas dos décadas. Las elipsis y la secuenciación de las escenas remiten al cine independiente. Esto no es malo, aporta agilidad y múltiples facetas, pero da la sensación de paso previo a un guión cinematográfico. El tono coloquial y las referencias a la cultura juvenil (él mismo tenía un grupo musical) lo apoyan.

Egolf quizás se diera cuenta de esto y, para contrarrestar un posible encorsetamiento, se permitió la filigrana de introducir su propia voz entre la del narrador. De ahí la inserción de términos cultos, incluso en francés, en el texto y diálogos. Choca pero no distorsiona el relato, lo que es un acierto y un indicativo de que este autor se encontraba en el buen camino.
Queda por leer la que será su tercera novela, Kornwolf, que portará el dudoso honor de ser una obra póstuma.

Título: La chica y el violín
Autor: Tristan Egolf
Traductor: Aurora Echevarría
Editorial: Mondadori
Ciudad: Barcelona
Año: 2004
Número de páginas: 187
PVP: 15,20 €

Nota: Este artículo lo redacté en la primavera de 2005.

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